lunes, 6 de junio de 2011

En 2011, la Argentina consumirá más gas y petróleo del que produce

Las exportaciones y las menores inversiones forzaron a que el país dependa más de las importaciones y pague precios más altos.

En una muestra más del país pendular, la Argentina pasó en pocos años de ser exportadora de petróleo y gas a convertirse en importadora de estas fuentes de energía. La falta de previsión de largo plazo y de inversiones de magnitud formaron el caldo de cultivo para que, este año, el país pierda su autoabastecimiento energético.
En materia de energía, 1988 marcó un punto de inflexión. Aquel año se alcanzó la independencia, en un contexto en el que la producción era tan alta que alcanzaba para cubrir la demanda interna y, además, quedaba saldo exportable. Pero la producción de petróleo se contrajo un 27% entre 1998 y 2010. En el caso del gas, la disminución fue del 10% entre 2004 y 2010, según la consultora Econométrica.
Son varias las razones que explican el paso del autoabastecimiento a los umbrales de la crisis energética. La extracción de petróleo llegó a un máximo de 49,1 millones de metros cúbicos en 1998 (ver infografía). Desde entonces, la producción comenzó a caer, aunque la exportación siguió fluyendo. Econométrica señala que, a los actuales niveles de producción, entre 1990 y 2010, se exportaron 5 años de reservas de crudo y 4 años de gas. En paralelo con la caída de las reservas se cortó el ciclo de la energía barata en el mundo y las importaciones se volvieron aún más caras.
Los especialistas coinciden en que, en este rubro, la independencia terminó. El economista Ramiro Castiñeira menciona que, entre 1990 y 2010, el petróleo crudo exportado generó ingresos por US$36.000 millones. “Ahora que la Argentina perdió la condición del autoabastecimiento, si se quiere importar la misma cantidad de crudo a los precios actuales deberían pagarse US$114.000 millones”. “La Argentina, después de 20 años, ha perdido su condición de país autosuficiente en materia energética”, sentencia un documento elaborado por los secretarios de energía previos al kirchnerismo. “El país dispone de menos de 8 años de reservas gas y petróleo”, dice Econométrica. Y postula que este año “se consumirá más gas y petróleo del que se está produciendo”.


A principios de la década del 80, la producción local de gas superaba los 13.000 millones de metros cúbicos y había 45 años de reservas. En 1996, se extraían 36.000 millones de metros cúbicos y las reservas bajaron a más de la mitad: 20 años. Al igual que en el caso del petróleo, como ese excedente superaba la demanda interna, el gas comenzó a exportarse. El máximo nivel de producción llegó en 2004, con 52.200 millones, suficiente para abastecer al consumo interno y batir récords de exportación al mismo tiempo. Para ese momento, las reservas cayeron a 12 años, “no por falta de inversiones, sino por la autorización oficial a empresas privadas a exportar un recurso estratégico y no renovable, sin limitación alguna”, dice Castiñeira.
Hace siete años, el nivel de producción comenzó a caer. En esto, según los analistas, el congelamiento tarifario fue una de las razones. Econométrica apunta que “los precios internos desfasados del contexto internacional estimularon el sobreconsumo de la energía, pero no la inversión en exploración”. Con el crecimiento de la economía, la demanda doméstica de gas aumentó 30% entre 2004 y 2009. Así, las exportaciones se contrajeron para poder abastecer a la demanda local. Y, adicionalmente para cubrir la demanda doméstica, en 2004 se reinició la importación de gas desde Bolivia y desde 2008 se sumó la importación de Gas Licuado de Petróleo (GLP). Esto ayudó a paliar que las reservas bajarán a un mínimo de 8 años y la producción decreciera 10%.



 
Según la consultora Ecolatina, la participación del gas natural en la matriz energética argentina supera el 50%, cuando en el mundo es del 20%. “Desde 2005, la producción cae a un ritmo promedio del 1,8% anual por la elevada madurez de los yacimientos existentes y la escasa incorporación de nuevos pozos. Así, la oferta local de gas no alcanza para abastecer la creciente demanda”, sostiene el economista Rodrigo Alvarez.
La pérdida del autoabastecimiento de gas y petróleo es crucial porque la oferta primaria de energía en el país depende casi exclusivamente de los hidrocarburos. El documento firmado, entre otros, por Alieto Guadagni, Daniel Montamat y Jorge Lapeña precisa que los hidrocarburos constituyen el 90% de la toda la energía primaria consumida por la Argentina. “Por lo tanto, tener un problema en cualquier punto de la cadena productiva constituye un serio inconveniente”, sostienen.
El documento carga las tintas sobre las deficiencias de la actual administración. Menciona que, a pesar de los altos precios actuales del crudo, “el corto plazo de la política petrolera vigente y la incertidumbre que genera la intervención discrecional a futuro alientan la sobreexplotación de los yacimientos que ya están en producción”.
“La disminución de las reservas está asociada a la falta de inversión de riesgo; y la insuficiente inversión de riesgo, a la falta de una política publica adecuada”, dice el documento de los ex secretarios. Y remarcan que con la disminución del stock de reservas de petróleo y gas, “la Argentina se ha descapitalizado en más de 100.000 millones de dólares a valores de reposición actuales”.
Pero otros analistas indican que las culpas también hay que rastrearlas en las administraciones anteriores. “La peor decisión fue privatizar YPF”, sentencia Castiñeira. “La responsabilidad no sólo recae sobre esta década, sino también en la década previa, que despojó al Estado de las empresas energéticas estratégicas, agitando banderas de libre mercado pero también de evidente corto plazo, sólo para financiar la fantasía llamada convertibilidad”, opina.
La pérdida de la independencia energética se debe a que “se priorizaron las actividades de corto plazo, como la extracción, por sobre las de mayor riesgo, como las exploratorias”, dice Horacio Lasarte, de Abeceb.
El adiós al autoabastecimiento también pega en la balanza comercial. El saldo favorable en la cuenta energética explicaba el 40% del superávit en 2004. La consultora Ecolatina dice que “en 2010, el superávit comercial de combustibles y energía fue el más bajo en quince años”. Así, las cantidades exportadas descendieron a niveles de 1993, mientras que las cantidades importadas alcanzaron un récord en 2010. La conclusión es que “la distorsión en las tarifas y la falta de un plan estratégico están impactando en la economía. Además, se deteriora sostenidamente a los superávits gemelos”, en referencia a los saldos de la cuenta fiscal y de la cuenta comercial.
En abril pasado y por primera vez, el intercambio comercial de combustibles fue deficitario. “En los últimos doce meses, el superávit comercial del rubro se ubicó en sólo US$512 millones y se encamina a cerrar el año con déficit”, sostiene la consultora C&T Asesores Económicos.



 Fuente: Diario Clarín